Todos sabemos que el solecito que aparece tras el invierno que es agradable y reconfortante y que parece que te acaricia la piel y te da salud es exactamente el mismo que nos abrasa en julio y nos quejamos de su tórrida visita diaria y nos hace anhelar nuestra nariz de cubito de un enero mediterráneo (que tampoco es mucho sufrir).
Así el mismo gallo que cada mañana te despierta para recordarte que hoy es un buen día para levantarte y trabajar y canta - parece que a propósito- para dejarte sin la tregua de los "cinco minutos más"...[que no sé porqué son cinco, o diez para lo más avariciosos de sueño...siempre van los minutos como en manojos....porqué no ¿siete? o ¿nueve..?.estoy segura que al despertador le daría igual..]. Este mismo gallo que otrora te hizo pensar en el huevo que lo trajo al mundo, pues en un momento te cae simpático cuando escucharlo significa volver...volver a el olorcito de las sábanas de tu casa, a oír la risa de tu madre en la cocina. Si comparas el gallo con un martillo pneumático que todos los días taladra en la terraza de al lado porque tu vecino se ha vuelto picapedrero resulta que el gallo es un santo enviado directamente para que te suene a música del firmamento.
Por eso la felicidad está en la interpretación de los hechos, me refiero sólo a las cosas que tienen remedio, a las que no... es "gallo de otro cantar" mencionando esta expresión puesto que de aves anda el gallinero. Para la felicidad hay que tener un bolso como el de mi hermana....es mágico como los cuentos universales...todo es posible que salga de ahí y no tiene fin. Cuando andaba por los veinte mis amigas y yo hacíamos concursos de bolsos, ganaba quien llevaba el objeto más extraño en el bolso. Más allá que siempre ganaba la misma persona por lo insospechado del objeto ....y porque el bolso era tan creativo como lo es su imaginación...La ganadora siempre iba un paso más allá de lo que es habitual encontrar en un bolso cómo los bono-metro caducados de la ciudad grande más cercana y cajas de cerillas con las señas de un viejo bar que cerró hace diez años y sin cerilla alguna...
El bolso de mi hermana es grande como el de muchas de las personas que cuidan y se cuidan, el bolso de mi hermana es la seguridad y el confort de los que le rodean...contiene píldoras para quitar tu dolor, contiene sabores con caramelos para adornar tus sensaciones, alimento con galletitas para saciar tu hambre y darte energía para caminar, siempre al frente y con determinación, agua en minibotellitas para saciar cualquiera que sea tu sed, chicles para darle a la vida un aliento fresco, sales de fruta para superar cualquier nudo en el estómago, una libreta para tomar nota de los momentos buenos y recordarlos cuando decaes, tiritas para encontrar una solución si la vida te roza o se te rompieron las gafas para ver el mundo con esmerada atención y entrega, la única forma de ver su belleza, contiene su bolso el don de dar y cuidar a los otros...y el don de tener un recurso a mano para vencer las dificultades del camino.
Así es la felicidad, llevar un bolso de soluciones, pero hay que darse cuenta que el bolso lo tienes que llenar tu primero de todo aquello que te puede ser útil para el paseo de tu vida. Nada sale de un bolso abandonado. Tampoco te sirve encontrarte un bolso lleno pues puede que no sea útil para lo que tu necesitas. Cuidaros mucho y indultad al gallo que os jode el sueño de la mañana pues se encarga de despertaros para que empezéis a llenar el bolso de todo aquello que te va a hacer fácil tu día, os despierta para que disfrutéis un día más de vuestra gran suerte y para que podáis ayudar a cambiar el mundo para mejorar la suerte de los que no la tienen.