viernes, 20 de julio de 2012

Un día de ramadán a través de mis ojos



En un día de Ramadán cuando éste es en verano… la ciudad se despierta lentamente, tan lentamente que uno puede llegar a pensar que la naturaleza se equivocó, que salió el sol en la noche o que un extraño huracán apagó la ciudad.  Pero la ciudad finalmente despierta y finalmente consigue su normalidad. La sensación primera que causa un día de ramadán es que el día tiene muchas horas, demasiadas para pasarlas esperando, porque eso es lo que hace el musulmán en un día de Ramadán, esperar, – sobre todo el que está exento de cocinar que suele ser el hombre, otrora nada novedoso-.   Conforme avanza el día dos tipos de lugares que se van repletando de gente, las tiendas, sobretodo de alimentos, y las escasas sombras bajo los escasos árboles.

El mercado se torna un despliegue de alimentos que son más tentadores cuanto más avanza el día. Los puestos callejeros exhiben botellas de zumo que nunca en los meses anteriores fueron reclamo, y ahora lo son, y los flanes y los yogures aparecen en la venta ambulante, en vez de los relojes habituales en otros meses del año lunar, y mientras el paseante salta flanes por la calle se va dirigiendo poco a poco hacia las pastelerías que se adornan de torres altísimas en formas de conos de dulces de ramadán, con la sbakya como reina de la fiesta, un dulce de harina, mantequilla y sésamo, bañado en miel y con una forma que podría ser una flor o cualquier otra forma imposible. Y las horas se llenan comprando como en un ritual de deseo. Que se rían los directores de marketing y los product managers occidentales que no han sabido crear una costumbre  tan potente que hace de la sed y el hambre el mejor aliado de la venta. Hay negocios que hacen su agosto con el Ramadán… una navidad de un mes entero…”más quisiera occidente”.  No en vano los consejeros de economía doméstica aconsejan no ir a comprar con  hambre, consejo incumplible en este contexto.

Y luego la ciudad se llena de paseantes dejados llevar por un ritual que suelen llamarlo “traer el Magrib”. El Magrib es la hora en la que ya es permitido comer. Hasta ese momento una amalgama de paseantes con bolsa con alimento en la mano, da vueltas y vueltas, algunos con la cabeza en los pies, algunos buscando con quien enfadarse, algunos sin mirada, algunos con mirada afilada, otros con una risa fácil a veces sin sentido, todos con hambre y con sed. Lo único que es incuestionable en todos Marruecos es que hay que esperar al Magrib para comer, para beber. Una hora antes del magrib las calles son una pista de carreras, todo el mundo estará en sus casas en torno a la mesa redonda, todo el mundo a la misma hora, todas las leyes de la ciudad se convierten en una, llegar puntual a casa para la rotura del ayuno, “no se contemplaran los desperfectos ocasionados para conseguirlo”.  Así, cada día, del 1 al 30 día de ramadán. Con este ejercicio se quiere significar que cada uno viva en su interior lo que es la pobreza, lo que es tener hambre… ,en general, es una abstinencia, desde el alba hasta la puesta del sol,  de todo aquello que rompa el ayuno; bebida, comida o relaciones carnales y los cambios de ánimo exagerados….!!!! yyyyy…de estooooo….me acabo de enterar….!!!! todo ello para buscar un estado de paz que promueva el estado de conciencia Divina…..supongo que debe haber un grupo disidentes de lo dicho anteriormente pues hay más de uno que se deja caer encima del inocente conductor que frenó cuando no debía con tal insolencia que no parece un culto a nada divino, más parece una posesión demoniaca…sin embargo, en el buen entendimiento de lo que es el ramadán, el estado de ánimo de la languidez del hambre te transporta a un estado de ánimo de decaimiento que se parece bastante a la paz interior….

En la cocina hace horas que se prepara al ftor (desayuno)…las mujeres de la casa hace rato que están organizadas, una lava, otra pela, una trocea y la otra condimenta…mientras la charla es interminable, la risa es fácil, el hambre terrible y la cocinera aprende a tocar sin comer, a cocinar con esmero y lentitud dándole a cada alimento una comunión extraña con el universo y cada alimento es mimado como un bebé y tallado y presentado con geometría perfecta, la geometría del deseo básico del instinto de comer.

La harira es una sopa que tiene que resucitar al famélico, lleva legumbres, ternera, fideos, verduras como;  tomate, cebolla, apio y condimentos como perejil, cilantro, jengibre, pimienta y cúrcuma. Es una sopa que requiere su tiempo de cocción de tal manera que dos horas antes del ftor las escaleras,  los portales y las calles empiezan a emanar el aroma objeto de deseo del consternado ayunador. En la mesa no deben faltar los dátiles, los higos frescos, o secos, y dulces y zumos de naranja, de naranja con zanahoria, batidos de fresa y de aguacate y flanes y puede que haya pastela (una empanada rellena de pollo, huevos, pasas y piñones con un toque de agua de azahar) y más y más dulces y todo perfectamente colocado en su platillos, y la harira en un cuenco redondo que significa la unidad, la comunión de juntarse todos en familia a disfrutar del ftor, y siempre a la misma hora solar….durante treinta días, aunque a diferentes horas de reloj, uno se sienta a comer siempre con la misma luz…pero la cocina también ha albergado la cena y trozos de carne, de ternera, de cordero,  han ocupado toda la tarde las otras ollas, carne acompañada de albaricoques, secos, de membrillos, de ciruelas y sésamo. Todo el proceso de cocinar puede ocupar tranquilamente tres o cuatro horas.

Esa espera hace que uno pueda oír los cascabeles de un dios dentro de sí, cuando la llamada a la oración del magrib permite sentarse a comer, contrario a lo que se puede pensar, comer de forma plácida, pues un estómago sometido al ayuno encuentra en la prisa por comer a su enemigo. Y así  es como el noveno mes, el que se llama ramadán,  da paso a noches largas, con calles llenas de gente, con tiendas abiertas hasta más allá de la media noche, con la alegría de las reuniones familiares y de amigos, el noveno mes, el mes de ramadán, las familias alejadas se acercan a sus zonas de origen, las familias se juntan y la vida transcurre en un compartir especial. Y la noche se convierte en una maratón de comer y de hidratarse - que no beber, por los mal pensados…- y todo así hasta las 4 de la madrugada (cito la hora de tal día y tal año cómo y que no todos los días, ni todos los años es a la misma hora)  que en la ciudad de Tetuán suena un cañonazo y luego a lo lejos se oyen los cánticos de alegría del ramadán que se extienden una media hora hasta que la llamada de la primera oración del día que anuncia el alba vuelve a dejar a los mortales sin el derecho a satisfacerse en sus cuestiones más básicas.

Más allá, de que una no puede superar la idea de lo absurdo que no beber agua cuando el termómetro marca más de 40º todo lo demás tiene su magia.


http://www.canalcocina.es/receta/sopa-harira

viernes, 15 de junio de 2012

Volviendo al pan negro

Economia de subsistencia en Oued Lou (África)
En estos tiempos en que la televisión habla con normalidad de temas de economía como si todos los oyentes hubiéramos estudiado en la London School of Economics, he desayunado en un pequeño bar de reciente apertura, uno de esos negocios que se están abriendo, de familias que han capitalizado el paro para probar de ganarse el pan vendiendo pan y poniendo cuatro mesas para cafés y tecitos con la esperanza de no pasar más hambre de la necesaria. Y tras comprobar que hoy, en el periódico, viene una sola oferta de trabajo a la que no puedes optar si no tienes buena presencia,  irónicamente, me han entrado ganas de empezar a pensar con optimismo. 

Optimismo, porque en el peor de los escenarios uno puede acabar como agricultor  de antaño, haciendo de ocupa en un trozo de tierra abandonado y sembrando para comer y mimando cuatro gallinas para que nos echen los huevos que nos proporcionen la proteína para nuestras familias. ¿Y qué?, resulta que los movimientos más modernos como el slow food y las tendencias de consumo km 0 y otra variedad de religiones de la alimentación, ya promulgan comer productos básicos y huir de los elaborados e industriales,  y abastecernos con las peras de nuestros huertos cercanos (perdón, por esta simplificación, seguro que muy burda para los profetas de estas religiones) y además ¡¡¡¡ahora recomiendan el pan negro!!!, del cual mi padre hablaba siempre cuando hablaba de los tiempos de miseria de la post-guerra. 

Optimismo,  porque muchos se han visto abocados a no trabajar, por los habituales recortes en la empresa, y a manejar en sus vidas un montón de tiempo libre, cuando hace unos años, en los ochenta y noventa, había que ser un hippie valiente y osado para comulgar con el movimiento downshifting por el cual ejecutivos apóstoles de sus empresas se daban cuenta que entre tanto trabajar y tanto venerar al dios dinero, se les estaba pasando la vida sin darse cuenta y decidían trabajar con menor responsabilidad  y trabajar menos. Es decir, que la peor circunstancia en que nos deja esta crisis,  nos arrojaría a volver a mirar a la naturaleza como nuestra fuente de vida, a no consumir tanto plástico y a vivir en un mundo de escala más humana, donde pedir ayuda y ayudar sería el único camino de salvarse. Ni que decir tiene que no es lo mismo elegir un camino por voluntad propia (como los downshifters) a qué te lo brindé una mañana fría, de repente, un jefe entrenado para decirte lo más suave posible que los números no salen y que vas directo a subir las estadísticas del paro. Pero puede que la peor de las opciones haya que convertirla en una oportunidad para un mundo mejor, más lento, con más racionalidad de consumo, con más amor a la madre naturaleza. O al menos, pensar que; a lo peor, si tenemos vida, desarrollaremos nuestro instinto de supervivencia y en alguna hipótesis feliz podemos reinventar un mundo mejor. Este pensamiento puede servir para que el miedo desaparezca, y si no tenemos miedo de lo que viene, podemos volver a ser optimistas y eso será el recurso más potente para poner en marcha el mundo ahora paralizado. Si perdemos el miedo hablaremos y si hablamos igual conseguimos denunciar lo que está pasando con la voz alta y clara y empezamos a dibujar el mapa del mundo de otra manera. 

Hay una línea que han trazado los supuestos poderosos por encima de los Pirineos y por encima de los Alpes y por encima de los Balcanes, para que todos los países que estamos debajo, esos países que tenemos la osadía de cenar después de la ocho de la tarde, estemos un poco por debajo de la velocidad de los que empiezan a cenar a partir de las cinco.  Como decía mi amiga, estos de más arriba de los pirineos, nos están poniendo el pie y apretando hacia abajo a ver si caemos en áfrica…que no es mal lugar donde caer,  sino fuera porque estando abajo, entras en la categoría del hemisferio sur, y eso ya da el derecho a explotarte y saquearte y hacerte bailar al ritmo de los fuertes. Puede que regimientos de europeos de las Pirineos, Alpes y Balcanes arriba, quieran explotar nuestro sol y nuestro saber vivir… jubilados que estando bien tranquilos por el sustento de sus herederos y las economías de sus países montan sus vacaciones en España dando una envidia supina a los sufridos españoles que vemos como se lo montan muy requetebién mientras nosotros trabajaremos hasta los 67 años y todos calvos.

Mientras tanto uno piensa en irse ya, por voluntad propia a áfrica, al menos irte te garantiza algunas cosas; que se pueden aprender los valores de la lucha por la supervivencia de forma más efectiva, pues sus gentes llevan toda la vida entrenando,  que si tienes un hijo adolescente puede que no sea haya construido con los valores de grandes hermanos; que se pueden resumir en ganarse el chusco, sin nada más que hacer que poner su incultura a la vista de todos… y sus acciones en la palestra mediática. Además, tendrás que pagarte tu atención médica, exactamente igual que todo el mundo -  esto no es positivo - pero peor es vivir en un país donde, el hecho de que una persona esté enferma no es suficiente razón para que le receten unos antibióticos sino que debe tener, además, no sé qué legalidad para que le atienda un médico. Dicho sea de paso que yo si fuera médico atendía a todo el mundo y hasta trapichearía camas de hospital si fuera necesario, pues no concibo un ser humano que no pueda ser atendido en el dolor de una enfermedad.

Pero soy optimista porque así debe ser, del optimismo saldremos fuertes para luchar denunciar y ayudar a las familias que lo necesiten y crear un mundo mejor. Es cierto, que ahora salen casi todos los días, premios nobeles escribiendo en los periódicos cuál es el camino para salir de esta crisis de todo, y una los lee con pasión, a pesar, que se detecta, que no hay acuerdo y que no hay quien quién sepa por donde tirar, con el añadido que si el escritor premio nobel, es de economía, no se entiende nada de su discurso, al menos yo, no entiendo nada. Pero con optimismo y solidaridad;  saldremos adelante!, porque si algo sí que he entendido de los discrusos encriptados de economía que escucho cada mañana en las noticias es que parece ser que hay mucha “psique” en esto de la economía, esta no-realidad llamada los “mercados” parece que se deprime y se alegra por pensamientos positivos y negativos como los propios seres humanos…