viernes, 15 de junio de 2012

Volviendo al pan negro

Economia de subsistencia en Oued Lou (África)
En estos tiempos en que la televisión habla con normalidad de temas de economía como si todos los oyentes hubiéramos estudiado en la London School of Economics, he desayunado en un pequeño bar de reciente apertura, uno de esos negocios que se están abriendo, de familias que han capitalizado el paro para probar de ganarse el pan vendiendo pan y poniendo cuatro mesas para cafés y tecitos con la esperanza de no pasar más hambre de la necesaria. Y tras comprobar que hoy, en el periódico, viene una sola oferta de trabajo a la que no puedes optar si no tienes buena presencia,  irónicamente, me han entrado ganas de empezar a pensar con optimismo. 

Optimismo, porque en el peor de los escenarios uno puede acabar como agricultor  de antaño, haciendo de ocupa en un trozo de tierra abandonado y sembrando para comer y mimando cuatro gallinas para que nos echen los huevos que nos proporcionen la proteína para nuestras familias. ¿Y qué?, resulta que los movimientos más modernos como el slow food y las tendencias de consumo km 0 y otra variedad de religiones de la alimentación, ya promulgan comer productos básicos y huir de los elaborados e industriales,  y abastecernos con las peras de nuestros huertos cercanos (perdón, por esta simplificación, seguro que muy burda para los profetas de estas religiones) y además ¡¡¡¡ahora recomiendan el pan negro!!!, del cual mi padre hablaba siempre cuando hablaba de los tiempos de miseria de la post-guerra. 

Optimismo,  porque muchos se han visto abocados a no trabajar, por los habituales recortes en la empresa, y a manejar en sus vidas un montón de tiempo libre, cuando hace unos años, en los ochenta y noventa, había que ser un hippie valiente y osado para comulgar con el movimiento downshifting por el cual ejecutivos apóstoles de sus empresas se daban cuenta que entre tanto trabajar y tanto venerar al dios dinero, se les estaba pasando la vida sin darse cuenta y decidían trabajar con menor responsabilidad  y trabajar menos. Es decir, que la peor circunstancia en que nos deja esta crisis,  nos arrojaría a volver a mirar a la naturaleza como nuestra fuente de vida, a no consumir tanto plástico y a vivir en un mundo de escala más humana, donde pedir ayuda y ayudar sería el único camino de salvarse. Ni que decir tiene que no es lo mismo elegir un camino por voluntad propia (como los downshifters) a qué te lo brindé una mañana fría, de repente, un jefe entrenado para decirte lo más suave posible que los números no salen y que vas directo a subir las estadísticas del paro. Pero puede que la peor de las opciones haya que convertirla en una oportunidad para un mundo mejor, más lento, con más racionalidad de consumo, con más amor a la madre naturaleza. O al menos, pensar que; a lo peor, si tenemos vida, desarrollaremos nuestro instinto de supervivencia y en alguna hipótesis feliz podemos reinventar un mundo mejor. Este pensamiento puede servir para que el miedo desaparezca, y si no tenemos miedo de lo que viene, podemos volver a ser optimistas y eso será el recurso más potente para poner en marcha el mundo ahora paralizado. Si perdemos el miedo hablaremos y si hablamos igual conseguimos denunciar lo que está pasando con la voz alta y clara y empezamos a dibujar el mapa del mundo de otra manera. 

Hay una línea que han trazado los supuestos poderosos por encima de los Pirineos y por encima de los Alpes y por encima de los Balcanes, para que todos los países que estamos debajo, esos países que tenemos la osadía de cenar después de la ocho de la tarde, estemos un poco por debajo de la velocidad de los que empiezan a cenar a partir de las cinco.  Como decía mi amiga, estos de más arriba de los pirineos, nos están poniendo el pie y apretando hacia abajo a ver si caemos en áfrica…que no es mal lugar donde caer,  sino fuera porque estando abajo, entras en la categoría del hemisferio sur, y eso ya da el derecho a explotarte y saquearte y hacerte bailar al ritmo de los fuertes. Puede que regimientos de europeos de las Pirineos, Alpes y Balcanes arriba, quieran explotar nuestro sol y nuestro saber vivir… jubilados que estando bien tranquilos por el sustento de sus herederos y las economías de sus países montan sus vacaciones en España dando una envidia supina a los sufridos españoles que vemos como se lo montan muy requetebién mientras nosotros trabajaremos hasta los 67 años y todos calvos.

Mientras tanto uno piensa en irse ya, por voluntad propia a áfrica, al menos irte te garantiza algunas cosas; que se pueden aprender los valores de la lucha por la supervivencia de forma más efectiva, pues sus gentes llevan toda la vida entrenando,  que si tienes un hijo adolescente puede que no sea haya construido con los valores de grandes hermanos; que se pueden resumir en ganarse el chusco, sin nada más que hacer que poner su incultura a la vista de todos… y sus acciones en la palestra mediática. Además, tendrás que pagarte tu atención médica, exactamente igual que todo el mundo -  esto no es positivo - pero peor es vivir en un país donde, el hecho de que una persona esté enferma no es suficiente razón para que le receten unos antibióticos sino que debe tener, además, no sé qué legalidad para que le atienda un médico. Dicho sea de paso que yo si fuera médico atendía a todo el mundo y hasta trapichearía camas de hospital si fuera necesario, pues no concibo un ser humano que no pueda ser atendido en el dolor de una enfermedad.

Pero soy optimista porque así debe ser, del optimismo saldremos fuertes para luchar denunciar y ayudar a las familias que lo necesiten y crear un mundo mejor. Es cierto, que ahora salen casi todos los días, premios nobeles escribiendo en los periódicos cuál es el camino para salir de esta crisis de todo, y una los lee con pasión, a pesar, que se detecta, que no hay acuerdo y que no hay quien quién sepa por donde tirar, con el añadido que si el escritor premio nobel, es de economía, no se entiende nada de su discurso, al menos yo, no entiendo nada. Pero con optimismo y solidaridad;  saldremos adelante!, porque si algo sí que he entendido de los discrusos encriptados de economía que escucho cada mañana en las noticias es que parece ser que hay mucha “psique” en esto de la economía, esta no-realidad llamada los “mercados” parece que se deprime y se alegra por pensamientos positivos y negativos como los propios seres humanos…

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