miércoles, 27 de mayo de 2015

Detalles entrañables de la vida





Un lunes cualquiera de sempiterna calor, una película consiguió llenarme de optimismo y me hizo pensar en las cosas entrañables de la vida.  En esta película que es una historia de amistad con todas sus rencillas y sobretodo es una historia de esperanza, muchos son los detalles que me conquistaron, pero entre muchos hay un momento en que la protagonista, una mujer - sophia loren-  con sus años de sabiduria encima, se deja caer hacia atrás para quedar extendida en la nieve y abriendo y cerrando sus piernas y brazos dibuja un angel en la nieve. El acto seguro que heredado de su infancia se actualiza para dar optimismo al presente que nos acompaña. Me parecio entrañable.

Y recordé momentos cómo estos, detalles de la vida que la hacen entrañable.  Cuando en la infancia  me gustaba reclinarme en mi madre y con la orejita apoyada en su pecho  me entretenía escuchando cómo resonaba su voz dentro de su cuerpo y eso me adormecía. Recordé  también el ramito de albahca prendido con un alfiler en la solapa de la bata de mi abuela y cómo al acercarte a ella olía a tarde de verano. Rescaté la imagen del manojito de jazmines que mi madre ponía en la mesita de noche en las noches de verano.  Me volví a visualizar sin aliento intentando seguir el ritmo de mi padre que triscaba por las montañas con agilidad sorprendente mientras recolectábamos espárragos trigueros. Aún recuerdo el olor de la obra cuando ayudaba a mi padre mojando las tochanas antes de que él las empastara y colocara. Recuerdo los pies metidos en el barro mientas mi padre y yo regábamos las tomateras.

Recordé a mi amiga de toda la vida sentadas en la pared de detrás de la cama y  debajo de las cortinas cuando me vino a contar que se había enterado "cómo se hacían los niños" y después recordé  el olor a detergente mientras debajo de la ropa tendida de su terraza jugábamos a indios y  vaqueros, aprovechando que ella sí tenía juguetes "de niño", cuando yo ya no quería muñecas. Y recordé al niño Richi diciéndo a grito pelado que mi amiga y yo teníamos curvas y haciéndome a mí caer en la cuenta que algo importante estaba sucediendo en nuestras vidas. Me vino presente mi joventud temprana cuando me fui a pasar una tarde al barrio de Gracia y me quedé cinco dias sin más entretenimiento que pasar horas estirada en el altillo concentrándose en percibir con total intensidad cualquier brizna de aire fresco hasta que era la hora de bajar al bullicio de la plaza del Sol.

Luego la vida tiene detalles muy distintos, dejando a un lado las grandes cosas graves, pero es verdad que hay detalles fatales cómo cuando un mosquito te pica en la parte de abajo del dedo gordo del pie, donde la piel está tan estirada que no te puedes rascar o como cuando echas sal al ultimo yogurt que queda en la nevera. Si bien estos momentos tardamos poco en olvidarlos, es cierto que los detalles bonitos de la vida ahí se quedan y vale la pena pasar un rato inventariándolos, de momento, aquí me quedo recopilando recuerdos....y escuchando los momentos entrañables de la vida que los otros me quieran contar.






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