jueves, 4 de marzo de 2021

Circular por otras calles


He visto la película la dona il·legal,  como dicen sus reseñas, el director expone las emociones de los personajes para entender la cuestión que tratamos. Dicho de otra forma; puede ser que el ser humano necesite vidas particulares y casos concretos para comprender la dimensión del drama, ¿en serio? , es triste, pero así es. Cuando se explica el caso particular es cuando se ve el drama sobre la sonrisa de una persona.  Con la mirada de sus ojos parece que se entiende todo mejor.  Tiene que salir el padre de familia que vende una y otra vez sus propios papeles, lo único que le daba seguridad, y comprendes que los vendió a cambio de la comida de sus hijos. En todo caso, gracias al director de la película, Ramon Térmens,  por llevarnos a ese lugar emocional,  podríamos llegar por nosotros mismos, pero la historia conocida de la vida cómoda nos aleja de la injusticia de los dramas humanos universales que son tan lejanos como nuestra mirada quiera ubicarlos pero extremadamente cercanos si queremos tener la humanidad que se nos presupone.  ¿Quién valora tener una carta de identidad, un dni? Puede que únicamente quien no lo tiene del lugar donde vive.  Hay muchos que no sabemos que es tener un problema, obvio que los  hemos tenido, pero no sabemos a la luz de las imágenes de esta película, si realmente los nuestros, lo  fueron alguna vez.   No sabemos qué significa transitar las calles que no son nuestras, que son otras calles, distintas a las calles en las que hemos crecido. Los derechos internacionales reconocen numerosas situaciones que te amparan para huir, y ¿quién quiere huir si no hubiera razones?. Esta película no va de bohemios, viajeros y soñadores. Para mí, va de grandes triunfadores que dejaron muchas cosas atrás y alcanzaron, en el mejor de los casos, una nueva felicidad. ¿Quién se quiere ir de la calidez de su familia o de la prosperidad?, nadie, solo de vacaciones. Una persona que sale de su país, sale de un amenazante futuro, de la incertidumbre y busca cierta prosperidad para su persona y su familia, que a veces solo consiste en agua en el grifo y pan para sus hijos, sin desmerecer la simple búsqueda de una vida mejor.  Y si llegas migrante, siendo mujer,  y aún más si eres joven, puede que habites en cualquier prostíbulo como la protagonista, e incluso la desmerecida oportunidad que te espera en un lugar oscuro, te puede parecer mejor que la muerte segura de la paliza de tus maltratadores en tu  lugar de origen, como es el caso que se narra.  El hambre, el maltrato, la persecución política por etnia o por ideas no parecen ser suficiente motivo para combatir los estereotipos que nos pueden llevar al prejuicio o al racismo. 

Pero el director ha conseguido activar conciencias, al menos mis dedos se han activado. Ahora quiero que ellos, mis dedos, escriban palabras, que sean una voz, modesta, tenue, en un blog, limitado y sencillo pero ahora quiero que el blog “Alicia en el país de los maravillosos” se llene de historias de todos vosotros, historias particulares de esos seres que tienen que vivir en el limbo de la identidad, en la sinrazón de huir como delincuentes de un delito que jamás cometieron, de correr tras oír una sirena de la policía por miedo a que sin valoración ni justicia, seas devuelto allá de donde huiste. A que te pague el estado una estancia en una cárcel del sinsentido, como es un CIE,  sin haber cometido más delito que llamar a una puerta porque querías entrar, o necesitabas entrar, quizá solo porque huyes de algo que no puedes casi soportar.

Yo no puedo entender que significaría salir a la calle y no sentirla mía, es decir, sentir que me falta un permiso, un papel para transitarla. Espero saber escuchar y hablar sobre ello y ayudar de la única forma que sé que es escuchar y escribir. En todo caso la película me trajo aquí y aquí estoy para hablar hoy y quizá seguir haciéndolo. Para mí el territorio es esa capa que recubre la bola del mundo donde todos sin excepción debíamos poder transitar amablemente, aunque solo sea un sueño. Si todo estereotipo es una explicación simplificada de lo que es un colectivo o un grupo que te lleva inevitablemente a una generalización errónea, está bien hablar de casos particulares para ver si nos identificamos con otras personas y no somos tan inhumanos. En todo caso si hay que generalizar algo que sea la humanidad.


Trailer de la dona il·legal: https://www.youtube.com/watch?v=9fvBLH0Ywpg


viernes, 17 de marzo de 2017

Le pide el pez que sea sirena

Este martes ella dejó para siempre el amor de su vida. Él no lo sabe. Él siempre fue un pez pero se creyó que era marinero y se dedicó a navegar por encima del agua. Pero ahí no estaba a gusto, tal y como una vez le dijo, él estaba a gusto dentro del agua no sobre ella, pero estar dentro del agua le da miedo. Con ella encontró la espiritualidad, la de verdad, la conexión, el misterio del jardín del alma, se sentía escuchado y comprendido, y afortunado pero ella, no era sirena.  La rechazó por tercera vez; la primera por otra sirena, la segunda porque no era una sirena guapa y la tercera sin darse cuenta.
Como siempre fue pez, pero se pensó que era marinero, le pide a las pescadillas del otro sexo que sean sirenas y si no son sirenas no las quiere y luego se siente solo. Como se siente solo busca compañía, busca sirenas esculturales, voluptuosas, a veces jóvenes, a veces prostitutas, pero siempre son un reto y una promesa de transgresión. Cuando las localiza tiene prisa, no les busca demasiado el fondo, porque el fondo está debajo del agua y eso le da miedo. Como tiene prisa da todos los pasos, le presenta a su padre, les pone un piso, las mima hasta que ellas pierden el sentido y luego se sienta a disfrutar para el resto de su vida. Pero de repente, cuando está ahí sentado preparado para el disfrute eterno, ellas le miran, tan profundamente, que le hacen saber a él cuánto vale. Y cuando ve cuando vale, piensa que él vale más y busca una nueva sirena, que su mirada le diga que vale aún más.  Y así sigue, inicia, culmina y abandona, porque ir de puerto a puerto, pues no le cuesta porque sabe navegar. Ha conocido a muchas sirenas.  Pero como son sirenas… pues no pueden caminar a su lado en el sendero de la vida, a esas sirenas le faltan las piernas.
Si hubiera sabido desde un principio que era pez, nunca hubiera dudado de su valor, no hubiera buscado valorarse en la mirada de una sirena, y no hubiera subido a la superficie, se hubiera sentido vulgar, porque peces, hay muchos, y se habría espabilado para ser lo suficientemente atractivo para destacar entre los otros peces con el arma de la empatía. Hubiera conocido a la vez que sirenas, a las que no lo eran, y hubiera valorado desde debajo del agua, la espiritualidad de todas ellas, y hubiera buscado un rincón de calma, donde se sintiera feliz, y con sosiego, y en paz. Así conocería a las pescadillas hasta que con una sintiera miedo, y cuando sintiera miedo;  miedo al compromiso, miedo a perder, miedo a ceder, se quedaría con ella para siempre, porqué como él le dijo, es ahí, en el agua sintiendo un poco de miedo, donde está bien. Un día, por azar, al percatarse que su compañera de vida no era sirena sonreiría porque por fin había encontrado lo que de verdad importa. El amor verdadero amigos está debajo de la piel. El pez cuando se reconozca pez, sabrá lo que vale por el mismo y no sabrá lo que vale a través de la mirada de las sirenas que no tienen piernas para caminar. No hay sexo más excitante que el que se vive desde la espiritualidad y la espiritualidad puede que sea gorda, tenga ojeras y no sea la envidia de los otros ojos obscenos. Y quién no lo sabe, se lo ha perdido para siempre. Ella se ha ido diciéndole:  Suerte con las Sirenas que vendrán ojalá encuentres la tuya, y que no sea buscada, porque si las buscas, tu tienes el control y no sentirás miedo y si no sientes un poco de miedo no estarás bien. Ella, el miércoles dejó de llorar y su vida sigue con más plenitud que nunca.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Detalles entrañables de la vida





Un lunes cualquiera de sempiterna calor, una película consiguió llenarme de optimismo y me hizo pensar en las cosas entrañables de la vida.  En esta película que es una historia de amistad con todas sus rencillas y sobretodo es una historia de esperanza, muchos son los detalles que me conquistaron, pero entre muchos hay un momento en que la protagonista, una mujer - sophia loren-  con sus años de sabiduria encima, se deja caer hacia atrás para quedar extendida en la nieve y abriendo y cerrando sus piernas y brazos dibuja un angel en la nieve. El acto seguro que heredado de su infancia se actualiza para dar optimismo al presente que nos acompaña. Me parecio entrañable.

Y recordé momentos cómo estos, detalles de la vida que la hacen entrañable.  Cuando en la infancia  me gustaba reclinarme en mi madre y con la orejita apoyada en su pecho  me entretenía escuchando cómo resonaba su voz dentro de su cuerpo y eso me adormecía. Recordé  también el ramito de albahca prendido con un alfiler en la solapa de la bata de mi abuela y cómo al acercarte a ella olía a tarde de verano. Rescaté la imagen del manojito de jazmines que mi madre ponía en la mesita de noche en las noches de verano.  Me volví a visualizar sin aliento intentando seguir el ritmo de mi padre que triscaba por las montañas con agilidad sorprendente mientras recolectábamos espárragos trigueros. Aún recuerdo el olor de la obra cuando ayudaba a mi padre mojando las tochanas antes de que él las empastara y colocara. Recuerdo los pies metidos en el barro mientas mi padre y yo regábamos las tomateras.

Recordé a mi amiga de toda la vida sentadas en la pared de detrás de la cama y  debajo de las cortinas cuando me vino a contar que se había enterado "cómo se hacían los niños" y después recordé  el olor a detergente mientras debajo de la ropa tendida de su terraza jugábamos a indios y  vaqueros, aprovechando que ella sí tenía juguetes "de niño", cuando yo ya no quería muñecas. Y recordé al niño Richi diciéndo a grito pelado que mi amiga y yo teníamos curvas y haciéndome a mí caer en la cuenta que algo importante estaba sucediendo en nuestras vidas. Me vino presente mi joventud temprana cuando me fui a pasar una tarde al barrio de Gracia y me quedé cinco dias sin más entretenimiento que pasar horas estirada en el altillo concentrándose en percibir con total intensidad cualquier brizna de aire fresco hasta que era la hora de bajar al bullicio de la plaza del Sol.

Luego la vida tiene detalles muy distintos, dejando a un lado las grandes cosas graves, pero es verdad que hay detalles fatales cómo cuando un mosquito te pica en la parte de abajo del dedo gordo del pie, donde la piel está tan estirada que no te puedes rascar o como cuando echas sal al ultimo yogurt que queda en la nevera. Si bien estos momentos tardamos poco en olvidarlos, es cierto que los detalles bonitos de la vida ahí se quedan y vale la pena pasar un rato inventariándolos, de momento, aquí me quedo recopilando recuerdos....y escuchando los momentos entrañables de la vida que los otros me quieran contar.






La pregunta ¿cómo estas? y el deseo de silencio

¿Cuánto tiempo hace que no te preguntan cómo estas?. Seguramente esta misma mañana. Si tu respuesta ha sido a. Fatal, vamos a suponer que han seguido preguntándote, interesados por ti, de momento, no vamos a dudar de eso.  

En el caso que hayas contestado b. Bien c. Tirando d. No nos podemos quejar....te planteo la siguiente pregunta. ¿Cuánto tiempo hace que alguien no te ha vuelto a preguntar mirándote a los ojos, no, no ....te pregunto ¿Cómo estas?, ¿como estás de verdad?.  Como la cita que había en el cuadro que me regaló mi amiga hace muchos años. Un amigo es esa persona que cuando te pregunta ¿Cómo estas? quiere oir tu respuesta. ¿Cuánto tiempo hace que alguien quiere oir tu respuesta a esa sencilla pregunta?

En edad de merecer, los ligones y ligonas avispados y avispadas saben las ventajas de mostrar interés y escucha por la persona que tienen enfrente, saben que eso les hace tomar una mejor posición de salida para que salten las chispas del amor. Quizá los adolescentes en edad de identificarse y ser identificados se explican entre ellos más y mejor, para dar a conocer su manera de ser y estar en el mundo. Quizá los embacaudores o los comerciales o los vendedores de tesoros o de seguros o las azafatas de british airways de primera clase emplean todo su arte de amabilidad y escucha para hacer bien su trabajo. Estos trabajadores entregados escuchan atentamente tu respuesta a la pregunta cómo estás...eso les ayuda a ir pensando en una póliza que te vaya a medida. Pero esos, esos que viven la vida a tu lado...que disfrutan de su rutina paralela a tu propia rutina...esos ...esos ya no preguntan.

No sé si tiene que ver con la edad, o con la vida o con el ruido de la ciudad pero un dia deseas perderte en el silencio. Deseas perderte en una hacienda silvestre, y pasar tiempo escuchando el ruido de la cigarra, un chorro de agua que fluye y el sonido del amarre de la hamaca cuando te mece en la más estupenda placidez. Y en un sentido antiguo de la lectura; con el libro en la mano (no quisiera añadir un dispositivo electrónico a esta  imagen). Es quizá ¿el deseo de silencio perverso? ... es el deseo de no oir la pregunta cómo estas,...si no es de alguien que quiere escuchar tu respuesta. O, ¿solo deseas el silencio en si?

Cuando los conflictos emocionales de la joventud te invaden la vida, a unas personas más que a otras ,claro - no todos me entenderan -. Entonces, en ese momento,  no piensas en el silencio. La vida te hace ruido dentro de la cabeza. Pero luego si, con suerte, alcanzas la paz y no eres un demandante eterno de ayuda y consigues controlar tu pasiones hasta llevar tu vida a la serenidad, puede que despiertes el monstruo de la nostalgia, porque tu pasiones atraían la escucha de los otros, tu paz,no. 

Y empiezas a pensar....cuántas personas hay en este mundo dando todo lo que pueden, y quizá un poquito más. Esforzándose por ser buenos profesionales, buenos trabajadores, buenos maridos y esposas, buenos vecinos, buenos padres, o buenos hijos. La mayoria de ellos esforzándose más aún sin por ello,  ganar más. Cuántas personas leen para estar al día, se cuidan para estar mejor para los otros, cuántas personas estan haciendo esto con mucho esfuerzo para aguantar dignamente, para seguir, para no decaer. Cuantas personas obtienen cada día energia positiva para continuar. Dejando al lado a las personas que tiene problemas reales, todos mis respetos. Yo hablo de la normalidad, de cualquier dia, de cualquier año. Cuántas de estas personas que sienten que lo hacen bien y se estan esforzando... cuántas de estas personas han recibido un - gracias.  Pienso en mis amigas, nunca he preguntado...¿cuánto tiempo hace que alguien te da las gracias? Gracias sinceras, gracias concretas...gracias de verdad. ¿Cuánto tiempo hace? Mañana les preguntaré, y por supuesto les daré las gracias.

El deseo de silencio; del silencio que se encuentra bajo el faro, en el límite del acántilado es en realidad un deseo de no oir nada sino es sincero.  Y el deseo de dar las gracias a todos desde los que me ofrecen un café si yo no tengo, los que me devuelven una sonrisa, los que aguantan mis e-mail, los  que aguantan mis reuniones, los que viven a mi lado, los que leen mis mensajes, los que me llevan en su coche, los que corrigen mis trabajos,  la que me abre la puerta por la mañana con su targeta electrónica porque descuidé la mía.  A todas las personas de mi vida y mi familia  y a los que me leen, gracias. Gracias por cosas concretas que os iré diciendo uno a uno. No olvidéis nunca que al lado vuestro hay una persona a la que nunca le sobrará un poco de vuestro reconocimiento. Sed felices y que se vea cómo queréis a los vuestros.







domingo, 24 de noviembre de 2013

Cómo celebrar tu cuarenta cumpleaños con los niños de tu cole sin ser profesora

Al cumplir 40 todos los niños que habíamos ido juntos a la escuela primaria nos dimos cita para una cena y un baile. Así que preparamos la cartera del cole; metimos el manual del reencuentro, el estuche con los enseres para una buena fiesta y acudimos con la ilusión del primer día de curso.

La hipótesis de encontrarse con casi una cincuentena de personas que no ves desde que tenías catorce años, puede provocarte al principio cierto vértigo antisocial. Al fin y al cabo, piensas, son unos desconocidos para mí. Y te pasa por la cabeza inventarte un viaje al fin del mundo o decir que tienes una guardería con cien niños a los que darles el biberón uno a uno, ¡ese mismo día, maldita coincidencia!.

Pero NO es verdad, no son unos desconocidos. Dicen que somos parte de todo lo que hemos vivido y que todos los que han pasado por nuestra vida nos han formado, y nos han hecho así como somos y son parte de nosotros mismos. Después de este reencuentro, he entendido, como nunca, que eso es así. Pues al llegar al lugar de encuentro, en el restaurante, cuando Gloria pasó lista, y fuimos diciendo ¡presente! me di cuenta que todos ellos estaban ya allí y iban diciéndo también ¡presente! desde dentro de mí.

Y poco a poco, fueron reviviendo las caras de todos mis compañeros en mi interior. Y  miraba a mi alrededor y sus sonrisas me hacían sentir una extraña cercanía  a todos ellos. Y esos extraños con los que iba a cenar, que creí al principio, resulta que eran tan cercanos como quién siempre ha estado ahí.

En mi opinión, ese reencuentro reconcilió con nuestro pueblo de infancia,  a muchos que vivimos fuera hace años, reconcilió a los contestones con los calladitos, a los calladitos con los contestones, a los gamberillos con los estudiadillos y a los estudiadillos con los gamberillos. Y aún más importante, el encuentro reconcilió y borró aquellos límites que alguna vez existieron, y los de "raval arriba" con los de los "paralelos", y a los de "los paralelos" con los de "raval arriba" jugaron en el patio del colegio juntos, con tal sintonia, que hasta me hicieron dudar de si alguna vez ese límite existió. Y allí en el pub, simbolo por excelencia de los de "raval arriba"....estaban los poeta beltrán, y los de los paralelos, los de masricard, los de la plaça de la O y los de todo partes y los niños y las niñas..... tomamos pastel de gominolas y cantamos en un disparatado Karaoke con los que tenían el mismo cromo que tu.

La virtud de unos ingeniosos y entregados organizadores y las enormes ganas de pasar un buen rato que todos teníamos hicieron que la noche fluyera, que todos fueramos importantes y famosos para posar en el photocall. Colaboraron al buen ambiente general las risas de todos y la camarera, maja y amable, con especial habilidad para el gin-tonic tocado con fresitas buenas, entre otras recetas, la cuál tuvo su trabajo para abastecer unos adultos con alma de un infante soñador que ya tiene edad para beber un poquito ya que la noche era para los niños y las niñas, sin niños, sin niñas...era el espacio para tu identidad, la tuya, para tu genuina manera de ser y estar, porque los que te rodeaban no eran tu rutina, sino que eran aquellos que fueron tus amigos, tus primeros y fantásticos amigos... aquellos amigos...del principio de los tiempos....aquellos que te vieron hacer mal las sumas en la pizarra, aquellos que te vieron caerte en el patio y volverte a levantare...aquellos que te animaron a crecer y superarte.

No voy a hablar de mi primera amiga, pues a todos los presentes ya os lo conté, ¡qué decir!, sin respiración, que nos dejo por lo estupenda que está...y por lo entrañable que es y será...pero también estaba, la que después fue mi amiga, allí espléndida, y a punto de ser mamá por segunda vez, y la que lo fue después y que siempre ha estado ahí a mi lado, desde el cole al presente, y  otras que también fueron amigas, con las qué hice manualidades, bailé, conversé, a las que aprecié y aprecio. ¡Qué decir de esa noche!...de todos los cachitos de conversación compartidos...deliciosos todos ellos...y de mi compi de cubatas y la magia de la música y sobretodo ¡"al capone" la música!,¡ viva Judas Priest y el buen feeling!, y mis acompañantes de bailoteo para cuando sonaba el rock más duro, y de la risa, y de la alegria y de todo el juego que el patio del colegio puede ofrecer en una noche de otoño con la temperatura de la calidez eterna. Quizá no llegué al coche que hablaba y al delicioso croasan de chocolate de bordillo de acera que se toma siempre con las primeras luces del alba,  que me hubiera encantado, dicho sea de paso, pero disfruté, con mi espontaneidad habitual, de ver a toda mi generación allí;  al ritmo de compartir una cena, una música y un trocito de nuestro presente.

Es cierto que pierde el sentido cualquier continuïdad de esa magia, porque la magia nunca continua, pero algún café, alguna cerveza y muchos saludos al volver a patear las calles de tu infancia y muchos "guasaps" trasnochados seguro que están ahí, añadiendo sal a la vida, que de eso se trata. Y no viene mal tener un bocadito de tu generación de vez en cuando, como las cosas más intensas, y con la brevedad de las cosas buenas, porque es agradable la sensación de que tu generación está ahí, viendo la vida a tu mismo ritmo. 

Me hizo feliz ver que la expresión de cada rostro que a pesar de los años, sigue estando ahí cómo siempre, con la mirada de un niño y la sonrisa del reencuentro, la esencia de nuestra mirada nunca se pierde por muchos años que pasen. Aprecié como todo el mundo tiene su chispa genial a la que me apetecia admirar.  Seguro que lo que cuento suena a un rollo mágico, cómo si todos estuvieran allí en la nube de la felicidad, y nunca es así. Real como la vida misma es que las personas han pasado, quien más y quien menos, su grandes y pequeñas historias de dolor, pero aquel día fue un previligio que toda una generación estuviera allí con ganas de ser quien fuimos alguna vez, antes de que llegaran los momentos malos, ser otra vez un niño con pantalones cortos y la niña de los lazos en los pelos para compartir abiertamente con aquellos con los que compartimos nuestra tierna infancia.

Fue una velada estupenda con una compañia genial, os tengo a todos en mi corazón y recomiendo, si es que alguíen que no estuvo allí ha sido capaz de llegar hasta aquí leyendo, que nunca dejéis de acudir a un reencuentro por mucha pereza que os dé. Somos un poquito de todo lo vivido y es lindo mirar hacia atrás. Incluso aunque alguien piense que en el pasado tuvo sus heridas y que no quiere volver a ellas...a veces volver a mirarlas desde la distancia que da el tiempo sea quizá una buena manera de cerrarlas.


domingo, 31 de marzo de 2013

El sueño de Tánger y la primera pasión por Marruecos


Siempre tuve cuentos de Tánger merodeando por la cabeza, por esa parte de la cabeza que tiende a imaginar sueños, escenas y palabras de una manera que roza el castigo de la irrealidad. Siempre imaginé la ciudad blanca y moruna vigilando las olas del mar. Su nombre evoca. Siempre pensé que, un día, desde España, me escaparía a cenar a Tánger, esa cena de mi imaginación era furtiva y prohibida, nunca pensé que simplemente “iba” a Tánger, sino que “me escapaba” a Tánger.  Y yo, mientras me duchaba, me dejaba poseer por el deseo de Tánger. Y en el sueño veía el mar del estrecho a través de unas cortinas blancas movidas ligeramente por la brisa del atardecer.

Lo cierto es que cuando llegué a casa después del viaje dormí, y cuando me desperté noté una gran presencia, a la misma vez que una gran ausencia. Me desperté sabiendo que algo había llenado mi vida, pero también me desperté sabiendo que era absurdo alargar la mano para ver si ese algo estaba, porque ya no estaba. Mi sueño de Marruecos solo era recuerdo.  Y regresé a mi vida y a mi mundo pero habían aparecido en mi vida unas ganas nuevas. Y a cada momento de tranquilidad los recuerdos del adorado país aparecían y era grato dejar que el recuerdo acariciara todos los centímetros de mi piel.

Aún recuerdo las primeras veces que llegué a Marruecos y la intensidad con que la palabra “tierra” llenaba mi pensamiento. Marruecos aún respira, el asfalto es, a menudo, el ausente más destacado durante el primer vistazo a los pueblos que uno va viendo en los márgenes de la carretera. En Marruecos la tierra aún  puede respirar. Conforme se pasan los primeros pueblos los más cercanos a Ceuta,  aparece algo más de asfalto y también aparecen las construcciones esas que habitan al lado de todos los mares. Y las flores y las farolas de diseño y el palacio del rey. Y todo se torna arreglado cómo para que el rey pueda creer que regenta un país diferente. Si sigues avanzando, hacia adentrarte en esa tierras del norte, la influencia del palacio va disminuyendo y vuelve la tierra y el plástico abandonado en pequeños trozos al lado de la carretera y aparece el color de Martil.  El color de Martil es tan beige como el azul del mar. Martil es mar con casas de color beige que un día no hace mucho, fueron blancas. Parece que el color de Martil es el más neutro posible para que toda la explosión de color la añadan sus habitantes luciendo chilabas de mil colores y saludos de mil palabras.

El recuerdo de Marruecos es luz. Es como una luz tamizada por un lejano recuerdo. Es una luz que ilumina más, pero se ve menos. Es muy difícil de explicar pero recuerdo esta luz que, al caer la tarde, ilumina a las gentes circulando en un paisaje lleno de las chilabas de colores. Recuerdo la vista de la ciudad, acercándose, al avanzar por la carretera, recuerdo la silueta de Tetuán a punto de alzar el vuelo. Y dejándome poseer por la sensaciones que el paisaje, tocado por el islam,  me sugería, sentía la inquietud que nos provoca aquello que nos parece tan distinto.
                                               
La luz de la tarde acabándose proyectaba el blanco de Tetuán, más blanco aún. La hora más intensa. Nos aproximamos a la ciudad y yo, que no sabía que hora era, entendí por primera vez que el tiempo no iba a importar. Y así, habiendo perdido la noción del tiempo nos metimos allí entre el tumulto, entre la gente, entre los vendedores, entre las tiendas, entre los que iban, entre los que venían, y entre las conversaciones para mi ininteligibles. Y tomamos el té en una plaza céntrica de Tetuán, y nos abandonamos a escuchar el sonido de los dados en los cubiletes para jugar al parchís, entretenimiento añadido al arte del hombre marroquí de observar el paso del tiempo. Y es extraño estar rodeada de hombres y sin ninguna mujer, pero también es verdad que nadie nos miraba especialmente por ello. Quizá es que las mujeres de la ciudad no quieren estar ahí donde los hombres pasan tantas horas delante del aroma a hierbabuena.

Recorrimos la ciudad primero, a pie, luego, en coche. En coche los barrios más humildes aparecen ante nuestras pupilas y lo único que puedo decir es que en esos barrios hay mucha, mucha vida. Seguro que mucha dificultad, mucha escasez pero mucha, mucha vida. Y para cerrar el día, ya de noche, subimos a la montaña y fue un momento entrañable, de olor a higuera y sabor a tagine y vistas y muchos sueños puestos en la mirada a la ciudad. Era feliz y eso que no sabía aún nada de mi destino, un destino que me iba a unir a Marruecos para siempre.

Muchas casas marroquíes tienen el aroma de la limpieza, ese mismo olor  que acompaña infancias. Me recordó el frescor y algo relacionado con aquello de que hay un mundo interior que es inmensamente agradable y que puede seducirte incluso más que el mundo exterior. Tengo el recuerdo de una cortina, símil de enredaderas verdes, que se movía meciendo el aire agradable del hogar. Y luego, de la cocina oculta a los ajenos,  llegó el cuscús, que es algo más que exquisita gastronomía. Bueno, buenísimo, más bueno que todos los que me han contado, más bueno que todos los probados. Y todo Marruecos es té a la menta, y si lo tomas sabes; que  no sabe igual en ninguna otra parte del mundo. Y por la tarde la medina, como todas las medinas impregnada de aromas, y de miradas intensas y de voces que te llaman. De orden y más orden, dentro de algo que se percibe globalmente como un inmenso caos. Las babuchas obsesivamente ordenadas, expuestas. Los calcetines por colores, las sandalias por tamaños, las telas por estampados. Los melones con los melones, los pollos en hilera con los otros pollos. Todo está obsesivamente ordenado, compuesto, espectacularmente dispuesto. Y como colofón final todo parece un inmenso caos.  Un inmenso caos de calor humano y de calles estrechas, un caos que seduce hasta creerte que estar perdido es agradable. Y las alfombras apiladas también huelen, y las especias también huelen, y todo huele y allí donde irás, dirás de los aromas de las medinas de Marruecos, cuanto más la de Tetuán que es Patrimonio de la Humanidad.

Por la noche un amigo tetuaní nos brindó su hospitalidad, y su sonrisa, y fue espectador tranquilo de nuestra locura extraña, el tetuaní es un chico de sonrisa amable y estómago demandante. Tiene la mirada de los hombres buenos y cierto misterio. No se puede adivinar qué está pensando, pero fue amable, acogedor y dispuesto. Nos llevó a comer sardinas, donde se comían antes, mejor que ahora, en el puerto de Rincón. Y compartimos las sardinas y luego las risas, hasta no querer reír más, que poder si se podía aún.

Se puede ser feliz sentada durante horas detrás del coche jugando como una niña y mirando por la ventanilla disfrutando de lo que se ve por primera vez. Mientras veía Andalucía desde el otro lado del estrecho. Y recordé Rota y Tarifa y Conil y recordé cómo desde allí escudriñé tantas veces el horizonte para ver si veía África. Pero al revés no me lo esperaba. No esperaba la visión contraria, no sé porqué, pero no lo esperaba. No deja de ser curioso. Y yo jugaba contigo Marruecos, como una niña, sin parar de reír, y tu no lo sabías, pero sin parar de soñar. Luego conocí el pescado de Asilah buenísimo y el pueblo entrañable. Allí comprendía que la naturaleza no era injusta con ningún país y podía dar mar y acantilados bellos a todos los trozos de tierra que se quieren asomarse al mar o a los océanos.

Y un día nuevo bajo el sol y un sol nuevo encima del día. Y las últimas estribaciones del Rif siembran a sus pies un Chefchauen apasionante para todo aquel a que le gusten las fantasías de azul. Y del azul de la pared, al azul del corazón, que parece ver cielo y no sabe muy bien porqué. Y el paisaje mediterráneo, y las adelfas ajardinando el paisaje y el placer de fumar en cada esquina y de explorar las callejas, y de comer con tranquilidad. La calma nos había secuestrado y las calles nos habían conquistado. Y la mirada de las niñas y los niños fue el mejor regalo. De la mirada cándida, de la inocencia y de la pobreza y de la vida que transcurre entre el calor del día y el fresco de la noche. Es la fantasía de Chauen para quien la quiera, la mejor fantasía. 
 
Y en Chauen si que ya no existía apenas nada, nada más que tu Marruecos. Y en Chauen me preocupé, porque la risa salía sola, porque tu proximidad me estaba matando, me estaba acorralando, me estaba encendiendo. Y por la noche más risa, y más risa en la charla de los excesos. Y una sospecha se encendía más de la cuenta.  Y mi risa cada vez más cerca de la tuya iba marcando un camino, demasiado difícil para tomarlo, demasiado bello para rechazarlo. Pero lo cierto es que seguimos jugando, de nuevo, como en aquel momento cuando yo estaba poseída por la extrañeza de ver España desde el otro lado del estrecho. He vivido un sueño de Tánger. La cortina blanca y transparente se movía en la ventana abierta, con una cadencia relajante y yo, mientras, untaba mis manos en crema de aroma de té para hundirlas con el ansia del amor nuevo en las profundidades de tu océano.  Y al final llego el principio de una bella y duradera amistad contigo Marruecos.



viernes, 20 de julio de 2012

Un día de ramadán a través de mis ojos



En un día de Ramadán cuando éste es en verano… la ciudad se despierta lentamente, tan lentamente que uno puede llegar a pensar que la naturaleza se equivocó, que salió el sol en la noche o que un extraño huracán apagó la ciudad.  Pero la ciudad finalmente despierta y finalmente consigue su normalidad. La sensación primera que causa un día de ramadán es que el día tiene muchas horas, demasiadas para pasarlas esperando, porque eso es lo que hace el musulmán en un día de Ramadán, esperar, – sobre todo el que está exento de cocinar que suele ser el hombre, otrora nada novedoso-.   Conforme avanza el día dos tipos de lugares que se van repletando de gente, las tiendas, sobretodo de alimentos, y las escasas sombras bajo los escasos árboles.

El mercado se torna un despliegue de alimentos que son más tentadores cuanto más avanza el día. Los puestos callejeros exhiben botellas de zumo que nunca en los meses anteriores fueron reclamo, y ahora lo son, y los flanes y los yogures aparecen en la venta ambulante, en vez de los relojes habituales en otros meses del año lunar, y mientras el paseante salta flanes por la calle se va dirigiendo poco a poco hacia las pastelerías que se adornan de torres altísimas en formas de conos de dulces de ramadán, con la sbakya como reina de la fiesta, un dulce de harina, mantequilla y sésamo, bañado en miel y con una forma que podría ser una flor o cualquier otra forma imposible. Y las horas se llenan comprando como en un ritual de deseo. Que se rían los directores de marketing y los product managers occidentales que no han sabido crear una costumbre  tan potente que hace de la sed y el hambre el mejor aliado de la venta. Hay negocios que hacen su agosto con el Ramadán… una navidad de un mes entero…”más quisiera occidente”.  No en vano los consejeros de economía doméstica aconsejan no ir a comprar con  hambre, consejo incumplible en este contexto.

Y luego la ciudad se llena de paseantes dejados llevar por un ritual que suelen llamarlo “traer el Magrib”. El Magrib es la hora en la que ya es permitido comer. Hasta ese momento una amalgama de paseantes con bolsa con alimento en la mano, da vueltas y vueltas, algunos con la cabeza en los pies, algunos buscando con quien enfadarse, algunos sin mirada, algunos con mirada afilada, otros con una risa fácil a veces sin sentido, todos con hambre y con sed. Lo único que es incuestionable en todos Marruecos es que hay que esperar al Magrib para comer, para beber. Una hora antes del magrib las calles son una pista de carreras, todo el mundo estará en sus casas en torno a la mesa redonda, todo el mundo a la misma hora, todas las leyes de la ciudad se convierten en una, llegar puntual a casa para la rotura del ayuno, “no se contemplaran los desperfectos ocasionados para conseguirlo”.  Así, cada día, del 1 al 30 día de ramadán. Con este ejercicio se quiere significar que cada uno viva en su interior lo que es la pobreza, lo que es tener hambre… ,en general, es una abstinencia, desde el alba hasta la puesta del sol,  de todo aquello que rompa el ayuno; bebida, comida o relaciones carnales y los cambios de ánimo exagerados….!!!! yyyyy…de estooooo….me acabo de enterar….!!!! todo ello para buscar un estado de paz que promueva el estado de conciencia Divina…..supongo que debe haber un grupo disidentes de lo dicho anteriormente pues hay más de uno que se deja caer encima del inocente conductor que frenó cuando no debía con tal insolencia que no parece un culto a nada divino, más parece una posesión demoniaca…sin embargo, en el buen entendimiento de lo que es el ramadán, el estado de ánimo de la languidez del hambre te transporta a un estado de ánimo de decaimiento que se parece bastante a la paz interior….

En la cocina hace horas que se prepara al ftor (desayuno)…las mujeres de la casa hace rato que están organizadas, una lava, otra pela, una trocea y la otra condimenta…mientras la charla es interminable, la risa es fácil, el hambre terrible y la cocinera aprende a tocar sin comer, a cocinar con esmero y lentitud dándole a cada alimento una comunión extraña con el universo y cada alimento es mimado como un bebé y tallado y presentado con geometría perfecta, la geometría del deseo básico del instinto de comer.

La harira es una sopa que tiene que resucitar al famélico, lleva legumbres, ternera, fideos, verduras como;  tomate, cebolla, apio y condimentos como perejil, cilantro, jengibre, pimienta y cúrcuma. Es una sopa que requiere su tiempo de cocción de tal manera que dos horas antes del ftor las escaleras,  los portales y las calles empiezan a emanar el aroma objeto de deseo del consternado ayunador. En la mesa no deben faltar los dátiles, los higos frescos, o secos, y dulces y zumos de naranja, de naranja con zanahoria, batidos de fresa y de aguacate y flanes y puede que haya pastela (una empanada rellena de pollo, huevos, pasas y piñones con un toque de agua de azahar) y más y más dulces y todo perfectamente colocado en su platillos, y la harira en un cuenco redondo que significa la unidad, la comunión de juntarse todos en familia a disfrutar del ftor, y siempre a la misma hora solar….durante treinta días, aunque a diferentes horas de reloj, uno se sienta a comer siempre con la misma luz…pero la cocina también ha albergado la cena y trozos de carne, de ternera, de cordero,  han ocupado toda la tarde las otras ollas, carne acompañada de albaricoques, secos, de membrillos, de ciruelas y sésamo. Todo el proceso de cocinar puede ocupar tranquilamente tres o cuatro horas.

Esa espera hace que uno pueda oír los cascabeles de un dios dentro de sí, cuando la llamada a la oración del magrib permite sentarse a comer, contrario a lo que se puede pensar, comer de forma plácida, pues un estómago sometido al ayuno encuentra en la prisa por comer a su enemigo. Y así  es como el noveno mes, el que se llama ramadán,  da paso a noches largas, con calles llenas de gente, con tiendas abiertas hasta más allá de la media noche, con la alegría de las reuniones familiares y de amigos, el noveno mes, el mes de ramadán, las familias alejadas se acercan a sus zonas de origen, las familias se juntan y la vida transcurre en un compartir especial. Y la noche se convierte en una maratón de comer y de hidratarse - que no beber, por los mal pensados…- y todo así hasta las 4 de la madrugada (cito la hora de tal día y tal año cómo y que no todos los días, ni todos los años es a la misma hora)  que en la ciudad de Tetuán suena un cañonazo y luego a lo lejos se oyen los cánticos de alegría del ramadán que se extienden una media hora hasta que la llamada de la primera oración del día que anuncia el alba vuelve a dejar a los mortales sin el derecho a satisfacerse en sus cuestiones más básicas.

Más allá, de que una no puede superar la idea de lo absurdo que no beber agua cuando el termómetro marca más de 40º todo lo demás tiene su magia.


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